Es esta, indudable y ciertamente, una cuestión difícil y delicada. Tras la declaración oficial del estado de alarma fueron (y son) muchos los ciudadanos y organizaciones que no entendían por qué los estancos debían permanecer abiertos en una situación de emergencia sanitaria.
En esta línea se argumenta que en ningún caso puede considerarse el tabaco ‘artículo de primera necesidad’, se tilda de ‘acto de egoísmo’ el hecho de seguir fumando en esta situación social (ya que se contribuye, indirectamente, a agravar el problema de la saturación de las urgencias; el fumador corre más riesgos y con efectos más graves en el contagio del covid-19) o que el humo del tabaco puede transportar el coronavirus a un fumador pasivo. No estamos, honradamente, en situación de poder rebatir estos argumentos.
En cualquier caso, y aún a riesgo de que se nos pueda achacar un pseudo-corporativismo (que asumimos encantados) no queremos dejar de hacer algunas consideraciones sobre el hecho de que sigan abiertos los estancos y las razones que puedan sustentar o justificar esta decisión; y el valor de los mismos. Vaya por delante que nos consta que muchos estanqueros hubieran preferido cerrar su estanco. Lo cual, otra vez egoístamente, tiene su lógica: en términos generales los ingresos se han reducido, mucho más en zonas turísticas o de ocio, se expone el titular y/o sus empleados a riesgo de contagio, más riesgo de robos… y no se podrá acoger a las medidas benefactoras dictadas para los que se vieron obligados a cerrar.
1.- Se ha dicho, quizás como principal argumento, que la decisión de mantener los estancos abiertos radica en un posible (seguro) incremento del comercio ilícito de cigarrillos y tabaco de liar o contrabando.
Si se hubiera producido un cierre generalizado y simultaneo de estancos y del canal de hostelería, donde está permitida la venta de cajetillas a través de máquinas automáticas, se hubiera producido una grave situación de escasez y los fumadores habrían recurrido a comprar productos en otros canales ilegales. No vemos desdeñable este argumento.
Ayer mismo el diario El Mundo titulaba un artículo ‘El encierro por el coronavirus no detiene el mercado de la droga’, refiriendo que el narcotráfico sigue existiendo, haciéndose ‘masivamente’ aún en el estado de alarma.
Si el tabaco legal ya es una amenaza para la salud, el ilegal, que no ha pasado por los controles sanitarios, pueden llevar sustancias no aptas para el consumo que se usan para abaratar costes de fabricación. En cigarrillos incautados del mercado negro se han encontrado moscas muertas, excrementos de ratas y humanos, polvo, asbesto y moho.
En España cada vez se fuma más de ese otro tabaco, el ilegal que procede de otros países o de plantaciones que no han pasado ninguna inspección sanitaria representando según algunas estimaciones ya el 10% de todo el tabaco consumido en España. A esta situación ha contribuido de manera especial internet donde el mercado de sustancias ilegales no deja de extenderse y donde cada vez es más fácil encontrar a vendedores de tabaco picado ilegal.
Y además, este tabaco de contrabando no tiene carga fiscal.
2.- Y es que justamente esa, la enorme carga fiscal que tiene la venta de tabaco (prácticamente el 80 % del precio de venta) y por tanto los importantísimos ingresos que supone para las (necesitadas) arcas públicas (del orden de 9.000 millones de euros al año) se nos antoja otro motivo de peso para mantener abiertos los estancos.
3.- Es un hecho constatado que en los paises de nuestro entorno (véase Francia e Italia) y con sistemas similares, se ha tomado la misma decisión de excepcionar del cierre a los estancos.
4.- Se sostiene por quien propugna el cierre de los estancos, que así se obligaría a la gente a dejar de fumar, con importantísimos efectos positivos colaterales, para el actual fumador, para los pasivos, para la sanidad… etc. Y nosotros creemos que los que somos o hemos sido fumadores sabemos que siendo tan extremadamente difícil dejar ese hábito, lo que es incontestable es que tiene que hacerse (o intentarse) en un momento ‘fuerte’ desde luego cuando uno quiere y se lo propone; no puede imponerse. Y que su efecto ‘ansiolítico’, sea real o imaginario, tampoco puede desdeñarse en unos momentos tan delicados y especiales.
Hay más datos muy elocuentes. Datos. En todos los Centros Penitenciarios existen economatos, en los que se vende tabaco. Ya en la llamada Ley Antitabaco de 2005 se establecía un régimen excepcional frente a la prohibición de vender y fumar en cualquier dependencia de las Administraciones Públicas. Según recientes estudios en las cárceles catalanas el 75 % de los presos fuma; el triple de la media en Cataluña. Todos los internos entrevistados en el estudio aseguraban que encerrados fuman más, literalmente: ‘El que no fumaba, fuma; el que lo había dejado, vuelve; el que fumaba, fuma más’. Esto es así.
Tampoco podemos resistirnos a invocar el derecho a la libre (y por supuesto, absolutamente consciente de los efectos dañinos del tabaco) elección del fumador. Y la extrañeza que nos produce que, sin embargo, nadie reclame la retirada del mercado de esa otra droga tan dañina como es el alcohol; en el súper de al lado compras lo que quieras (y no te piden el dni, probablemente).
Sostiene el Dr. Rodrigo Córdoba en aquel artículo mentado del diario El Español (titulado «Voy a por tabaco», la excusa para salir: por qué los estancos están abiertos y venden más cartones’) lo siguiente:
«El tabaquismo es una cuádruple adicción: física, social, psicológica y gestual. No se puede interrumpir de la noche a la mañana el suministro de tabaco».
«Aunque haya campañas que pidan el cierre de los estancos, desde el punto de vista sanitario no es razonable pedir el cierre de los estancos en estas circunstancias. Produciría un gran malestar entre nueve millones de fumadores».
Y lo dice el mismo médico que no deja de remarcar que «los fumadores tienen el doble de probabilidades de ingresar en la UCI por coronavirus que los no fumadores». Pero, claro, a lo peor cerrando los estancos se saturarían todavía más las urgencias, porque esos millones de fumadores no dejarían de tener esas mismas probabilidades de ingresar en la UCI de un día para otro, por dejar de fumar; y muchos podrían acabar allí con ataques de ansiedad.
Insistimos, no es un tema fácil. En la legítima y plausible batalla contra el tabaquismo lleva mucho tiempo siendo el malo de la película el estanco y el estanquero, los que hacen (hacemos) el trabajo sucio; siempre en el punto de mira. Aunque la gran tajada se la lleva ese Sr. Estado para el que es un tema tan políticamente incorrecto. Y en esta situación tan grave y especial sigue pasando más de lo mismo; y se sigue ninguneando al sector sin acoger ninguna de sus legítimas peticiones y hasta despreciándolo. Y sigue aguantando. Y dando ese servicio público. Sin aplausos, que están muy bien para los trabajadores sanitarios y son muy merecidos (no es comparable, por supuesto). Pero también ha habido, y habrá más, estanqueros contagiados y fallecidos.
Manuel Babío
27/03/2020
expertosenestancos.com
2 Comentarios. Dejar nuevo
Hola buenas tarde una pargunta tengo un alimentacion puede dicier que puedo vender tobacco
buenas tardes, no creo entender su pregunta, lo siento. Puede haber máquina de tabaco en las denominadas ‘tienda de conveniencia’ (puede ver su regulación en la web), en otro caso no,. Saludos,